La cueva del robot
—Bien, este es el lugar. ¿Está claro? Como te he dicho, debes
entretener a estas criaturas durante el cumpleaños, una hora, tan solo eso. Yo
esperaré afuera. Puedes practicar algo mientras llegan.
—¿Practicar? ¿Por qué necesitaría hacer eso? Me indicas que
haga algo y lo hago —aprovechó el momento revisando el funcionamiento de los
equipos que había llevado y mejorando la disposición interna de los elementos,
había distribuido bancos largos, fardos de alfalfa, baldes y un sinnúmero de
objetos por todo el piso.
Tim parecía cualquier cosa menos un dragón. Tenía una caja negra
y roja, cuadrada, sobre la cabeza, con
ojos al frente, a los costados, atrás y arriba. De más está decir que veía a
través de esos diez espantosos ojos muy redondos, sin iris. De la caja salía una
especie de crin no muy larga.
Los invitados fueron llegando, entregaron sus regalos al
cumpleañero, quien sin abrirlos los depositó sobre una mesa. Él era el primero
que quería ir a ver al dragón, sabía que había llegado y los estaba esperando. Su
padre le había hablado tanto de él y su madre le había leído tantos cuentos…
Los niños se amontonaron a la entrada de la puerta del
galpón de la que colgaban distintos tipos de hojas, ramas y enredaderas
multicolores. Al frente un gran cartel decía “cuidado, gruta del dragón”
Una voz circense resonó fuerte y un largo eco se repitió
desde distintos puntos de la cueva invitándolos a entrar. El monstruo
multiocular hizo brotar haces de luces brillantes y lanzó una andanada de fuego
desde el rectángulo de su boca mientras
sonaba una música de suspenso.
En realidad el robot había sido bastante original con la
ambientación del sitio distribuyendo todo tipo de obstáculos en el interior. Los
chicos se divirtieron escondiéndose del monstruo que los perseguía y que
ocasionalmente estaba a punto de apresar a alguno de ellos.
Hubo luego cuentos muy animados con sonidos extraños e
imágenes reflejadas en todas las paredes.
Más adelante algunos de los pequeños protagonistas tomaron
su lugar colocándose la caja y la crin sobre su propia cabeza y dirigiendo el
juego persiguieron a sus compañeros.
Sobre el final de la actuación Tim recuperó su cabeza
cúbica, oscureció el lugar y lo dejó en penumbras mientras anunciaba que uno de
los niños, el más pequeño, Pancho había desaparecido.
En una semipenumbra empezaron a buscarlo en medio de un suelo
que se había transformado y las luces y sombras simulaban profundas zanjas.
Los chicos no se asustaron y buscaron y buscaron afanosamente
pero sin resultados. —Me lo he comido —dijo la voz, sin demasiada entonación.
Se produjo un silencio y algunos dudaron. «¿Se lo habrá comido en serio?»
dijeron algunos susurros.
Poco después el chico ingresó desde el exterior sonriendo mientras
saboreaba un helado sumamente vistoso.
Aconteció enseguida que uno de los niños dijo en voz baja al
que tenía a su lado, —parece más un robot que un dragón. Es un disfraz de
robot.
—Cierto parece un robot —cuchichearon unos con otros.
—¡Robot! ¡Robot! ¡Es un robot! Comenzó un griterío
ensordecedor, alegre, que desde un extremo del galponcito se propagó al resto
del grupo de pequeños saltones.
Terminada la función se pusieron de pie dos de los padres
que habían observado y los restantes que acababan de ingresar y aplaudieron
frenéticamente la actuación.
Los niños corrieron hacia los refrescos y golosinas que los
esperaban mientras gritaban todavía —¡Es la cueva del robot! ¡Es la cueva del
robot!
Apenas ingresé a la gruta luego del espectáculo Tim me dijo:
—los niños son malos, ¿no es verdad?
—Escucha Tim, los niños no son buenos ni malos, son solo
niños. Son como tú, están aprendiendo y tienen algo muy valioso: se expresan
con sinceridad. ¡Cómo tú!
«Veo que no captaste el sentido y la causa de sus
afirmaciones. Tendrás que practicar más con ellos» pensé decirle, pero no lo
hice. Lo guardé como parte de mi aprendizaje para preparar nuevas instancias
similares y completé el informe de esa jornada.
Buenos días K. Andrade: Soy Menta y me toca comentarte tu relato, cosa que hago con mucho gusto.
ResponderBorrarTu escrito de este mes me ha gustado mucho porque le has dado un enfoque de cuento infantil. Yo también pensé en hacerlo así, aunque al final, la imaginación me llevó a desarrollar un hecho histórico y que el monstruo simbolizara el miedo del protagonista.
Me ha gustado mucho cuando las luces cambian la fisonomía del suelo y parece que se ha convertido en profundas zanjas. Esto y el elemento terror cuando dije que se ha comido al niño.
Te felicito por tanta imaginación.
Un saludo, Menta
Muchas gracias Menta. Fue bastante complicado cumplir con este reto. Saludos.
BorrarBuenas, M T Andrade.
ResponderBorrarSi no me equivoco, este relato es la continuación de otros anteriores en las que un robot va aprendiendo diferentes lecciones, ¿verdad?
Me ha gustado mucho como lo han desarrollado. Y me ha encantado ese último pensamiento del robot. Los niños, aunque son niños, tienen una cierta maldad que algunos se empeñan en ignorar, pero está ahí, y algunas veces insultan sabiendo perfectamente lo que están diciendo.
Me ha gustado leerte.
Un saludo.
IreneR
Hola IreneR. Efectivamente, me fijé como meta, durante este periodo en que el equipo de Literautas se encuentra felizmente ocupado, continuar una historia. En ella, cada reto debe transformarse en una nueva tarea para enseñar al robot a comportarse, como un humano, diría. En realidad el robot llega a esa conclusión, tan real, que mencionas, a través de un pensamiento no del todo acertado.
BorrarMuchas gracias por el comentario. Saludos
Veo que tu robot continúa con su aprendizaje y me ha gustado ese cierto paralelismo entre él y los niños, ya que no puede entenderlos y tampoco, como ellos, puede ir más allá de la literalidad de las palabras.
ResponderBorrarLuego, la historia, en su conjunto, está contada con precisión y se lee de forma agradable.
Un saludo,
Manderley
Hola Manderly, es un proceso largo el aprendizaje y por fortuna nunca termina.
BorrarSaludos.
Hola, M.T. Andrade. En comentarios anteriores veo que este relato parece ser una continuación de otras historias. Yo, sin embargo, es la primera vez que tengo oportunidad de leer algo de tu autoría, pues llevo poco tiempo en Literautas.
ResponderBorrarOpinando de manera individual sobre este relato, me ha parecido muy bonito y de gran sensibilidad. He de confesar que la primera parte tuve que releerla porque no me quedaban muy claras las acciones ni los personajes, pero luego no tuve problema en seguir el hilo de las cosas. Me parece interesante el retrato psicológico de Tim, pues desde el primer momento demuestra su necedad al negarse a practicar cuando se lo aconsejan. Y ya casi al final refleja más claramente que es una persona obcecada y de mentalidad casi tan cuadrada como esa caja que usa sobre su cabeza. Esta analogía me gustó, pues es común decir que alguien es de mente “cuadrada” cuando tiene poco interés en cambiar su punto de vista sobre las cosas.
Pienso que Tim es un reflejo de lo que la sociedad considera ser adulto. El afán de tener el control nos hace querer que las cosas sean percibidas tal como planeamos. Mientras que una mirada inocente es capaz de saltar los prejuicios (el cartel de “la gruta del dragón”) y llegar a la esencia de las cosas. Los niños vieron un robot porque es lo que Tim es, aunque no quiera admitirlo.
Jach.
Hola Jach. Es un desafío intentar hacer una historia breve y que se pueda, sin embargo, enganchar en uno de los cuentos. Ni siquiera se si al escribir lo mantengo presente.
BorrarMe encanta la analogía de la caja, que me haces ver en tu comentario. Me voy dando cuenta que el robot ha aprendido bastante de quienes le enseñan.
Saludos.